jueves, 16 de agosto de 2012

Intraducibles


No se pueden volver
No se deben atar
No se logran violentar
No se alcanzan innovar
No se saben espesar
La idea de un indestructible beso, los lleva
La voluntad, atiende sus corazones
Laten, vibran, palpitan
En sus pechos, la muy osada, se ve
Sus miradas se saben
La sangre corre, fluye
Los gestos germinan
Entre sus guiños ,y un verde color pupila
Restallan risas
   Sus carcajadas abren el esbozo de una puerta
Real…
Picaportean la "Nada"
El umbral no existe
Y el fin , de todo comienzo
Es para el autor




miércoles, 8 de agosto de 2012

Lapso Infinito



Tú hogar esta lleno de relojes, al igual que la mayoría de las casas del mundo. No sabes porque, pero a cada rato miras la hora. Tenès un tiempo determinado para cada cosa. Entre las siete y las nueve te levantas y vas a trabajar hasta las cinco o seis de la tarde, llegas, te bañas, miras TV, comes y te vas a dormir. Así toda la vida, durante cincuenta años más o menos. Llegada la edad en que el sistema te desecha, estas tan acostumbrado a los tiempos que te levantas igual a las siete u ocho a.m. pero esta vez te quedas mirando TV hasta las diez de la noche, hora en que te vas a dormir. Ya acostado te pones a pensar en tu vida en los momentos felices y te das cuenta que no tenes nada. En setenta y cinco años solo la pasaste bien durante veinte. Y esa enseñanza de trabajo y esfuerzo sin medir consecuencias la transmitiste a toda tu descendencia, descubrís el sentido de la vida, pero cuando vas a comunicarlo te miras las manos y te das cuenta que sos un viejo estupido. Este régimen ya no te exige nada. Todo lo que recordas, es fue y será una ficción. Nada de lo que hiciste te interesó. Igual, seguís esperando. Te decidís a llamar por teléfono para comunicar tu descubrimiento, toda tu miserable vida pasa por tu cerebro y en ese momento se termino. Te quedan dos minutos de vida, miras el reloj y lo ultimo que haces es sacarle la pila a todos, para que sepan la hora de tu muerte.
De chico soñaban con que seas medico, abogado, científico o alguien lleno de plata. Pero nadie te aviso, ningún colegio, facultad, jardín de infantes o lo que sea te dijo para que estas acá. Simplemente trabajas o estudias. Y ahora sentado en la cima del destino apunto de tirarte, pensando que dice este loco, leyendo en vos alta, esperas que exprese algo más, no entendes que te causa, decís que malo o que bueno, pero al rato seguís ahí. En cincuenta años, todos nos vamos a olvidar de todas las cosas, de todos los tipos y tipas que pasaron por nuestra incoherente vida y vos esperando a que el tiempo pase quien sabe para que o porque.
Este relato fue extraído de una gnosis vacía, consumida, apurada, casi perturbada pero inagotable combativa de la forzosa existencia del corriente ser en la nada absoluta, en la frontera entre el llanto y la risa. Con los puños cerrados, la mandíbula apretada hasta partir los dientes y con una melodía desgarrante de fondo.

Autor: Nahuel Enrique Molinari 



miércoles, 1 de agosto de 2012

La sombra del ser yo


El placer… finito, difuso, de encontrarnos…fríos
Cuando nos caemos, poco a poco, en nuestros planteos
A gran velocidad, las circunstancias, se nos pegan, con inmanencia
Pareciendo ser genuinas, pero no, no lo son...
Nos alejamos con recelo.
Las conocemos, sabemos de éstas

Aquel planteo se transforma en patrones, a lo largo del descenso, en discursos intertextuales de la melancolía de ser.
Recorre entre gritos, por el túnel de la interrogación:
Dogmas, demagogias, doctrinas, yugos, penas y campos, de los campos; libros, monedas, bancos, drogas, divanes y silencios controlados por no ser disfrutados 
Y sigue…

“¿Están viajando por nuestro ser yo?” Pregunta el que camina
“¡Viajan!” Contesta el que observa

En el periplo, un reloj
Un picapedrero que molesta las muñecas 
Demarca aquel segundo de hacer, para no ser yo, para ser en tiempo
Ínfimo, a cuerdas, el reloj
De la mano de un alguien, que es lo que hace
Es segundo de hacer, para no verse en su abismo
No cae

Asciende; abruptamente…
Entre tonos blancos, ante el conocido lapsus retórico:
“No pierdas tu tiempo, haz algo”

El hombre no se ve, se respira, entre detractadas teorías
Que a ecos y queriendo ser escuchadas
“¡Lo que digo a través de esto es que quiero…!” Pero no dicen
El yo persigue su viaje en búsqueda de poder mirarse
Quiere su núcleo, su YO

Alguien de que quien sabemos, se acerca
Raudamente, aparece…
Un sol; casi borroso, es sombra de un mediodía
"¡De nuevo!"Grita el ocaso
“¿Ocaso? ¡Ocaso!” Preguntan y afirman las reverberancias inaudibles

La sombra gana en infaustas oportunidades al sol
Al retorno de pervivir en el abismo extenso de un caer
Al planteo delante del inconmensurable espejo cotidiano
Cuando nos preguntamos:
“¿Tan solo una sombra mía, eres…el ser Yo?”