Fidipó podría haber parapetado su existir bajo muchas cosas, objetos o normas. Atrevido, impávido y sin cavilaciones eligió armar su teoría para postergar nuestros minutos, para aletargarnos; para que al fin y al cabo aprehendamos lo que nos dejó.
Fidipó dejó algo extraño, ahí anda, presumiendo ser, discurriendo por varios lugares.
Algunos señores que conocen el marco de trabajo de este reconocido académico afirman en que todo puede ser vendido a través de formatos o soportes; piensan en clientes, momentos y transacciones con gusto a hule. La teoría de Fidipó no debería de venderse.
Estas piezas, hoy cobran sentido en un rincón extraño; fastuosas en sus volúmenes, tienen cuerpo, tapan y cubren el reposo de un hacer, para ser. Fidipó yace debajo de estas hace mucho tiempo, solapando su identidad, yace y no despierta del núcleo de una extraña teoría por el formulada. Dejó de caminar para mutar su semblante en transeúntes de carne y hueso, en una hipótesis; hipótesis que en el fondo, en su fondo camina, que se mueve, que musita socarronamente los ritos de un necesario pensar.
La hipótesis que este muchacho nos ofrece, abre con lentitud un nervio más de nuestras galerías mentales. La formulación desde un marco teórico, hasta el momento, incognoscible por el humano, versa sobre que cada uno de nosotros podemos arrinconarnos en los vértices de la risa; entre carcajadas que fundan un rincón sonrojado de espacios estrepitosos, con gritos placenteros, entre labios tensados hacia los costados por expresiones de vida. Es ahí donde Fidipó puso su mayor oración, donde puso su menester academicista; en lo que llamamos “Risa” perdón “Vida” Bueno, es decir, más allá del pequeño lapsus por mi antepuesto, me refiero a estas sentencias. Breves oraciones: La risa es vida, viva la risa, viví y reí; varias alusiones que nos convocan cotidianamente a despertar, sin dormir, en otro lugar, imprevisible lugar, pero necesario, por que ahí esta aquel rincón, un rincón que desea ser visto, un rincón de ángulos inéditos, en donde se unen líneas que pretenden escapar de su rectitud.
Se que todos en este momento estarán preguntándose por mi error en exponer, sin lucidez, tal antinomia ¿Rincón y vida? El metafórico choque entre palabras que hacen esta idea ha de llamarse “Arrinconarse en la risa” Esa es la teoría, una teoría en donde convergen varios marcos para formar una perspectiva de carácter elástico.
Arrinconarse en la risa, según Fidipó , aboga por el estudio metodológico del movimiento de los labios, con los de su sonido. Dice que no existe risa en sincronía con el movimiento de los labios, por que el labio sucede a la risa interna, el labio reidor es el yugo del sonido en la carcajada expresada. La cotidianeidad circundante tiene una mueca de inter-realidades, estas inter-realidades, mínimas en su tiempo, forman pequeños rincones en grandes espacios, sugieren que sean vistas muy de cerca. Al verlas de cerca apoyan la existencia de gestos impredecibles. Lindos gestos, la risa. Hay que mirar por intermedio de esta grande y oscura realidad; para encontrar los risueños colores que al verla en grande, podrán alterar nuestros dientes amarillos en blancos, difuminando, poco a poco, el gris tono del tedio que se expresa comúnmente, por no propender esta idea. Si la risa se difumina ante un contingente cruce con la niebla, producto de exhalar aire desde nuestros pulmones, es por no abarcar esta teoría desde un marco más filosófico, desde un marco que ayude a interrogarnos ¿Por qué la niebla es niebla? Ante la lentitud, difusa, fría de una niebla de otoño, el aliento acalorado de una carcajada hacer ver la idea fundamental de la risa. Este sería otro abordaje para estudiar que el clima de la risa es interno, de que la risa según Fidipó, genera un clima.
Desde otro nivel, el empírico, Fidipó propone experimentar la risa, sentir la extensa y reverberante presencia de la carcajada en el cuerpo; la que nos hace temblar, generando a posterior la abstracción revulsiva, provocando en simultaneo la distensión de nuestros músculos, la oxigenación para dar vida a un ecosistema que algunos, nos sugieren eliminar.
Arrinconarse, parapetarse, estar subyugado en la risa es un estudio más para expresar, entre vientos de arena; la necesidad en querer ser, como Fidipó. La necesidad de reírse gratis en los fondos que se prefiguran desde un relato inter-textual, inter-real, relatos cotidianos que pueden parecernos increíbles, pero que debemos observar para sacar aquella efímera, pero loable acción que suscribe a nuestro pervivir “A reírse, eso vale y no se vende” Dijo Fidipó