domingo, 3 de mayo de 2020

Nadá


En la costa
estamos
Junto a un amigo

Me dice que ve una boya
Que flota algo mansa
A 200 metros
Nada lejos
Nada cerca
Nada
En fin
Kevin tira su gamulán. Lo llevaba puesto por el frío
Corre hacia el gigante en donde el sol hace apnea y que bebe de a tragos la ginebra del capitán en su fondo.
“Vamos a nadar”, me dice
Lo sigo
Ingresamos
Hay conflicto
Marea, deriva
Palabras
Apretón de mar
“La yabo”, me sale, en una levantada de cabeza hacia delante
y cada dos, la boca traga un aire correspondiente a la técnica crol para almas abiertas
Atravesados por el jadeo de la inmensidad
, flotiberamos
, salinizados
Una epifanía distinta se nos presenta: hay branquias en las axilas de Héctor Viel Témperley
Una hora hace ya que pasamos la última rompiente
La boya,
cada vez más lejos
En la búsqueda
Somos la alquimia que soñó el pescador que siempre quiso y nunca se arrojó desde su barco
Flotiberamos
“Nos quedan 144”, dice mi amigo
“¿Para qué?”
“144 brazadas para llegar a la sinécdoque del horizonte. Nadá”