jueves, 27 de enero de 2011

RETROCK

Como un género me han definido. Aquí estoy amigo mío, con mi estampa de intransigente y soñador. Ubicado del otro lado del muro, en una cueva, junto al oso, Kerouac, Muudy y Lernoud. Movimiento literario de bases beat pintado de negro y hecho para volar. Intento subir, de a poco, las escaleras al cielo. Viajo en una odisea hacia un espacio adornado por los maquillajes glam de Ziggy. Lo hice porque estuve preso en mi ciudad. Esta especie de estadio nirvana me provoco un día feliz, y no lo soñé. No lo soñé. Recuerdo haber visto, al costado del camino, un señor alegre con su pandereta, cantando historias una mañana en el Abasto, sobre vidas, en ala deltas. El señor dijo que todo nuevo sonido, toda nueva propuesta, no merece miedo; por más que aquel temor estuviese pintado de negro y, la dulce sensación, o no tanto, tuviese el color de azúcar marrón. Me quedé tranquilo, sabiendo que existirán más días domingos con asado y discos de vinilo. Soy un género. “Déjalo ser”, le gritaron al que quería solaparme. Me muevo hacia delante y hacia atrás. A veces, debajo del puente estoy. En la cárcel, con Jhonny estoy. Y subo por las rutas salvajes buscando transitar las autopistas con dirección hacia el infierno, y ahí soy. En los campos negros de algodón, soy. En el hospicio y entre música pastoral, soy. En la canción que sueña la redención, soy. En la inundación desde la voz de Staley, soy. Te invito. Vení. Detrás de aquella persiana americana aguardo. Ahí ¡Si! Donde bajan las almas color diamante del querido flaco. Ya es nuestra hora, la hora de la celebración del lagarto; pero te aseguro que no será el fin. Será el comienzo de un mundo feliz y, entre estridentes riffs, desde sus carpas acidas, despertará la gente que confortablemente adormecida vive en Katmandú, pero juntos y a la par, saldrán de ahí, como arcoíris. Soy de algún tiempo. Expresión de épocas. Experimental, progresivo, punk, posmo y con gran etiqueta de industria y sello discográfico. Miro hacia atrás y me reelaboro, día a día, para sorprenderte. Soy el Rock. Es mi día perfecto.

viernes, 21 de enero de 2011

Zanecki, Rosate y los confusos entornos repetidos

Lisandro Zanecki. Muchacho sumiso, pelota ve, pelota quiere este Lisandro. Alto, medio goma y de actitud elástica. Lisandro se contrae, pierde el aire; sus pupilas bajan y después, dilatadas ya, encuentran otra forma de goce, de placer.
Habiendo nacido en una familia de “Clase media” Según expresión de un ganado por alguna ideología, pasaba sus días, las horas de estos días, contando junto a su vecino, la cantidad de pajas que se prendían a la escoba de Rosate. Rosate, su otro vecino, no trashumaba jamás por las veredas del barrio de Zanecki. Generalmente los postigos de su casa estaban cerrados; las ventanas, debajo del marco, luchaban contra la fuerza de los pasadores, pero ahí, en ese lugar profuso de encierro, se encontraba Rosate. Rosate concebía -dice el vecino de Zanecki- aun hoy desconocido, la existencia detrás del monitor. Si, de un monitor pequeño, con fondo azul, que con la ayuda del Mouse y de su entender sobre un ciberespacio, presentaba en su pantalla diferentes sitios de la web 2.0.
Parte del Juego que Zanecki tenía junto a su vecino, era averiguar que hacia Rosate. Estos dos (Zanecki y su vecino) sabían muy bien que el “Misántropo…” Como decía su vecino, pasaba el resto de los días en su casa, no salía. Precisamente, estaba todo el tiempo en su habitación. Desde esta, se oían ruidos extraños, jadeos distorsionados, risas sampleades, apertura de hipervínculos para posibles vínculos carnales y voces con tonos que parecían, por sus sonidos, haber inhalado helio. Rosate ignoraba que había un Zanecki, pero la memoria, que puede funcionar como un rayo previsto en cualquier día nublado, se presentaba en forma de aquellos… de algunos días en los que Rozate se veía paseando, fuera de su casa, junto a otra persona.
Rozate, para no recordarse, se pasaba las horas dentro de su habitación usando las redes sociales, cualquier tipo de red, perteneciente a un tercer entorno de lo real; vivía la virtualidad, dicen, con un peso tan fisco que se había abstraído a ese mundo, en donde todo para el, era tangible. La curiosidad de Zanecki por saber sobre ese espacio que parecía civilizar de otra manera a Rozate, se fundo cuando se vio, solo, junto a su vecino.
Ese día el cielo se dilato bajo el sol, los únicos que lo habían visto eran Zanecki y su vecino. Las nubes comenzaron a endurecerse, comenzaron a perder su volumen, su imagen desprolija, aunque tierna y pura; para transfigurarse en extensas varillas que, caídas del cielo, abducían a los vecinos de la manzana de atrás. Dijo el vecino de Zanecki, que venían abduciendo a todos y que ellos, serian los últimos en ser abducidos. Por lo visto, su vecino, sabía.
Atemorizados por la contingencia tan extraña comenzaron a correr raudamente en círculos, porque corriendo en círculos, seria la única manera de redimirse ante tal suceso, eso, por lo menos decía el vecino de Zanecki. Rápido, Zanecki, alzo su cuello para tomar aire, sus ojos recobraron una mirada recta y en esa línea, vio las puertas de la ventana de la casa de Rozate. Zanecki y su vecino comenzaron a golpearla, a lincharla con fuerza. Mientras Zanecki y su vecino corrían sobre los hilos delgados de la desesperación, se presento un muchacho, una persona, era Rosatte. Zanecki y su vecino, al verlo dijeron “Rozate! ¿Qué haces che?” “¿Queres venir a contar pajas de escoba?”

Rozate no les creyó. Esos muchachos, sabia el, escapaban del objeto que se presentaba en el cielo. Sin vacilar, mirándolo a los ojos, les pregunto “¿Tienen su passward?” Los demás parecían ignorar esta petición.

Zanecki, atemorizado, respondió “Que passward, ni passward. Mira lo que se viene”. El vecino de Zanecki, asintió con su cabeza para dar apoyo. “El passward… ¿Pero que es el passwarrd?” Zanecki aún, insinuando haber estado seguro, necesito preguntar.

Rozate luego explico, de manera clara y rápida, que el passward era una identidad para vivir en otro entorno, sin dejar otros.

Nadie se inmuto.

Zanecki y su vecino, fueron abducidos.

Hoy Rozate, viviendo en otro entorno, dejo de ser Zanecki y muchos se preguntan, si quien genero esa extraña tormenta, fue el vecino de Zanecki.