jueves, 28 de julio de 2011

Decir desechos

Miras

Y

Viene

Hacia ti

El discurso

Te habla

Te mueve

 Toma  tus riñones

Tejidos, naderías

Se mete

Hace una diálisis

Orinando tu amarillo real

Constriñendo la holgura de tus intestinos

 Jugando en vísperas de lo plural

Tiñe tu excretar

De impulsos, con ayudas manuscritas

Sigue, y no sale

Blanqueando uno a uno

Tus glóbulos

Los muslos

Te desgarra

Ha salido

Tirada y tullida

Palabra

miércoles, 27 de julio de 2011

Epígrafes de un Algo


Busco agendas
Y en mis venas
Vendas tú la cara de la rima
Suenas tú, sueno yo
Juegas, ríes

Sientas tus rutas sobre la idea de mis viajes
Llueve y la ciudad esta fría
Envuelves una avenida en tu diario íntimo
Cuentas tus días a través del paso de cada peaton

Agendas adentro, relatos de ti
Agendas adentro, relatos de ellos    
Agendas tu adentro

Salgamos juntos a tronar historias
¿Quieres?
Salgamos juntos
Seguir es fácil, grácil
Simple…

 Y riman zapatos en tu canto desprolijo

El terremoto es tu sol
La luz se apaga
Un dios se aloja en tu lejana paciencia
  De un espejo de hojas blancas
Sale tu trazo

Metes la ilusión en el vació
Líquidos en el hielo
Rancios en el aire

Y en tu pasillo de madera se pierde un acorde
 Mientras aquella guitarra te hace
Te nace
Autor: Rovi Copazzi 

miércoles, 20 de julio de 2011

¡HAGALO, BONZO!

Bonzo iba de realidad en  realidad, queriéndolas mirar con el rabillo del ojo. Las enroscaba, las cruzaba; quería exacerbarlas, explicarlas desde su afán por querer contar el crimen que había percibido, sentido, en el Boulevard sin nombre. La sangre fue el disparo y los coches con sus chapas derruidas, hacían vislumbrar la escasez de todo polen, de todo salto hacia lugares floridos, de todo impulso por parte de el, en liberarse de los tontos cánnones literarios para poder contar.
Un viejo decrepito, cubierto de miasma, de barba andrajosa saliente desde sus prominentes pómulos  y  estando menoscabado por el sonido escatológico de moscas verdes; escribió y violentó cada espacio con el eco de sus palabras, mientras se deslizaba, con su virus, por un suelo llano y lleno de latas polutas , aluminosas , en medio del crimen. Le grito a Bonzo desde su conocimiento u oficio para describir un suceso.
“Para escribir un cuento, relato o nota periodística, es necesario tener un espacio dividido por una placa de yeso, que separe el baño de la maquina en  la cual vayas a escribir el cuento.
Una vez que la maquina encendió verifica si la plantilla de ese Word office responde correctamente. Cuando este programa abrió tu hoja en el monitor; retírate. Dirígete al baño, camina sigilosamente; corre al pibe que canta en la puerta de tu baño; ingresa, llena el bidet de dentífrico, libera el agua fría de su canilla y volvé a sentarte frente al monitor con la plantilla del office en blanco. Comenzá a escribir esto realizado. Pero, hacelo”
El viejo expulso la sangre por su boca y pereció, sabiendo, de que iría a perecer.
Bonzo dejo de recorrer la calle apestada por las viles facultades de la modernidad.
 Junto a su maletín y su saco color marrón, subió al colectivo para dirigirse a la calle 25, calle en la que se reunía junto a demás cronistas, reporteros, fotógrafos, obituarios y demases corresponsales para armar discursos, historias.
Cerro su puerta, camino entre los demás colaboradores de la realidad y antes de entrar, se le presento:
“Mantené la distancia” Le dijo.
Bajo su cabeza y asumió la sugerencia sobre abstenerse de algún tipo de avance por parte del viejo harapiento, se ocupó de esta, de la ultima.
Sujetando su hábito a anomalías externas, internas. Jugando en los tejidos de la clarividencia, la suspicacia y empolvándose de elementos que fueron tactos y raptos para el, sintió y pudo hacer el intento por querer escribir perfumes con aroma a renglones. Pudo alejarse del copete que marcaba cierta oficialidad y centró, con la ayuda de cierto programa analógico, una idea, en su cerebro.
Interminables e intermitentes fueron los compases, los arribos de diferentes oraciones, para plasmar lo que aún no sabia… pero si sabia que quería hundirlas para cambiarlas a un lugar corpóreo, para hacerlas caminar junto al raid delictivo que tenia que comentar.
Su sintaxis tuvo todas las precauciones para ajustarse a una semántica sin saber de metáforas. Quiso y pudo largarse a escribir. Narro lo que vio, para sentarse luego, junto a su botella y a su acido convencimiento de desatarse por lo que había sido abducido, un moderno giro de la norma. Se renegó de la común imposición. Tiro su narración escrita.
Cambio su hoja y alojo el momento en una más pálida, más áspera; mas dura. Vomito primero la figura del flaco que vio caminar alrededor del crimen (El supuesto asesino) después el humo de las armas  fue descrito como si el los respirara. Utilizo la tos, y la sangre para mostrarnos lo que estaba padeciendo la circunstancia y el. Comenzó a correr y a digitar, velozmente con su índice, la longitud del difuso boulevard lleno de facinerosos. Los gritos de las personas que sentadas miraban el suceso, se supieron oír entre sus sintagmas previos a la redacción. Su jefe disparo y desdeño lo que estaría por publicar, lo execró. Termino con lo que quería, quería algo nuevo y absolutamente sofocante, abrasivo y crudo para el lector. Se cubrió de harapos y luego teletransporto su cuerpo al lugar, junto aquel viejo de barba. Jamás volvió a la calle 25. Hoy sus relatos son un antígenero esquivando a toda norma lampiña para eludir el texto.


                                             



jueves, 14 de julio de 2011

Y , SS

Y si en un callejón adusto, se presenta tu imagen, cubre su bisectriz de flores ,tus flores, en raíces,  luego crecerán y serán flores  regocijantes para más de un  conservador adusto.
Y si los improperios homologados por los famas, pretenden amedrentarte, recoge un globo, en el aire, al pasar, será un cronopio, los cronopios están gustosos de ser cronopios.
Y si el miedo recurre al registro civil llamándose Silvina Schenone, sácalo, asústalo; el miedo se asustara con ojos picarescos. Tú eres Silvina Schenone, tú eres, ojos picarescos.
Y si las estructuras se desmoronan, no habrá de que preocuparse, recurre a la teoría de la superestructura ; tómala con las sorpresas cotidianas ¡tus sorpresas! erígela, y arma el sueño material, de sueños, de realidades, de extrañezas.
Y si las lagrimas persisten luctuosas, absórbelas, pero no con tus labios, si no con tus risas
Y si el ascensor universal que debería marcar el piso del cenit pacato,  se atranca, no hay drama, la polea necesitara ahí una mano tuya; sube, muéstrale que hay mas de un cenit.
Y si el reloj marca para atrás, deconstruye la ultima palabra mencionada, retómala y  ponle cuerdas para una nueva tertulia con esa hora perdida, el tiempo perdona, el tiempo te deja, el tiempo se aleja. El tiempo, no sabe de ti.



viernes, 8 de julio de 2011

Cacho Saavedra. La importancia de un adoquin


Esto le paso a Cacho, allá , por el 2008 , cuando se puso en contra del Gobierno Porteño. 

Realizado en conjunto con Matias Lopez.


Cacho le agradece a Julian Marini, Juan Ignacio Ferreyra, Nancy Chamadoira y Juan Aguilar por acompañarlo en su lucha.






Gracias Cacho. Hasta siempre