Hace un rato, mientras milo me llevaba de su correa y, quien me enseña cada día sobre la calma, me crucé con mi amigo Billy. Charlamos un toque, le conté lo que me pasaba y me dijo:
-Leo, recordá esta frase: “Hoy no es siempre”
A partir de lo que me dijo, pienso que ayer no es siempre.
Por eso, un poco de autombombo, pero lo que espero es que te leas.
Hace más de 10 años atrás tuve una arritmia ventricular. Me caigo una noche frente a mi ex compañera y desperté. Sentí como la sangre volvía al rostro.
Fui al hospital, me controlaron y todo estaba bien. Mi vida en ese entonces era ansiedad y depresión. Como que me estaba dejando morir. No dormía, tomaba muchos energizantes, ansiolíticos y tricíclicos. No nadaba.
8 meses después de aquella caída descubren que tengo una arritmia ventricular idiopática. El Dr Giniger, en ese entonces, decide colocarme un cardiodesfibrilador para prevenir una muerte súbita.
Mundo nuevo, soledad. Necesidad de conocer gente par. Di con muchas personas. Orgullo Dai es el grupo en el que nos contamos las cosas. Hay de todo tipo de patologías en el foro.
No nadaba.
Pasé un año encerrado. Mi compañera de aquel entonces me tiró la caja de ansiolíticos. En este momento ella cruza metástasis por cáncer de mama. Todos los días decido que esté bien.
Recuerdo que cuando voy al primer control al ICBA le pregunto a la electrofisióloga si me podía tirar de una cascada de 20 metros del atura. Me dijo que si. Era nadadora.
Los años fueron pasando. Nos transformamos. Somos arena y piel. Mutamos.
En el 2015 decido venir a 25 para bajar toda la locura que le transmitía a mi corazón. Claro, el motor combustible sangre me afirmaba: “Me vas a cuidar”. Y comencé a escucharlo, comencé a trabajar y di con otro médico que me atiende en Chivilcoy y al toque empecé a nadar como lo había hecho siempre, en el Club. La cebra.
Y vi pasto en el agua. Y respiré. Y me doy cuenta de que las personas con las que comparto cosas, no son muchas, son las correctas. Semillitas. Obvio, más allá de mi gran familia de origen tano y gritón.
Y comenzaron las distancias con los amigos nadadores y con mi actual compañera, que en 2019 me bancó enormemente una depresión que me dejó de cama por un mes. Solo me levantaba para ir a nadar. A vivir.
Y no quiero extenderme.
¿Cuántos médicos nadan en aguas frías? Le pegunté al querido Dr Iralde. Un gaucho. De esos médicos que escuchan.
Fue así que hace 5 años comencé de apoco a nadar en aguas frías. Y me enamoré del agua fría. Son pequeños momentos de dolor que, espero, me preparen para llevar la vida. Y la comunidad que nada en aguas a bajas temperaturas, es poesía, liberación. Como Aníbal, como Claudio.
Contra todo pronóstico médico, con mi arritmia, era imposible que nadara en el Beagle, y lo hice. Y agradezco a la familia agua.
Me perdí varias más por no tener la guita. La pasión y el mercado no se entienden, pero es necesario pagar, sobre todo por cuestiones de seguridad en aguas abiertas.
Tengo pensado hacer una acá. Es travesía agua pampa. Salimos desde la orqueta y terminamos en el puente Saladillo. Estamos viendo si debajo del agua no hay postes. Estos lastiman a quien nada. Es marrón, ella.
Vuelvo: Fue que le digo al doc:
No nado y me deprimo. Lo necesito.
Y él, enorme, me dio el visto bueno.
En fin, no tuve más arritmias y cada vez creo más que enfermé a mi corazón.
La cabeza sigue. La depresión leve que me diagnosticaron, está controlada.
No nos hundimos. Estamos nadando y eso es la vida.
¡Salud!!
Gracias, Billy.