miércoles, 30 de junio de 2010

DIAS CON DON BERTOLD

EL RIO DE LAS MIL CARAS

UN FILM DE TOTO PROTAGORAS

Por Don Bertold

En una sala donde se presenta el celuloide, por lo general se apaga la luz, se acogen las voces detrás de la laringe, proyectándose mientras tanto, la inmortal existencia sobre una tela; para propagarse luego, un homogéneo sonido gutural de acepciones corrompidas por la belleza del ultimo arte .Incomprensibles acepciones en búsqueda de calificativos o comentarios para la obra inscripta en el celuloide que contemplamos en ese momento.
La vez pasada, tuve la suerte, otra vez, de que Don Bertold me hiciera una sinopsis, un comentario sobre un film por el visto, llamado” El río de las mil caras” Película que aun no he visto, pero que me sugirió que viera cuando con el hable por ultima vez.
Esto fue, lo que don Bertold en caracter de sugerencia, mientras untaba desesperado pan con queso sobre una galletita, me dijo sobre la proyección de este titulado género artístico.
“En el río de las mil caras la realidad tiene senderos multiformes, por donde caminan los versos sobre planos subjetivos, sus gestos llevan buena vestimenta, propia de una época aun incognoscible. El anagrama de la piel reversible de las palabras se choca con el silencio de la escena y son la postura de un decir distinto para los protagonistas, pisando siempre, la arena seca de las costas de un río que parece fluctuar su semblante día a día.
En este film, el conspicuo director Toto Protagoras intenta recoger a través de los efectos especiales, un Japón subacuatico, un son de risa achinada, de fríos ritos, al fuego. En gran parte del relato se ven caracoles anquilosados saliendo del río, armando los días, degollando sus siluetas, intentando respirar, sobre la espuma, entre aires de lavanda sumisa. Después de un diáfano momento de pantalla, producto de un gran fundido encadenado, sonroja el sol, en un plano secuencia, con el travelling veloz que lo ve pasar detrás del montado e ideológico eclipse de la cámara.
Las orbitas del plano objetivo apuntan siempre a un cielo, muestran sus lácteas vías plateadas, asumen al bajar el tempo frenético del argumento. Son jadeos de contracción infinita en la historia para ver. Al final veras la estela del núcleo, del núcleo de aquel sendero indeciso que es el director, el que pretende inmortalizar la idea de “Comunicación clara”
¡Importante! Para no soslayar la historia por completo tenes que atender y ver cuando el actor mexicano Emanuel Kantinflas, entre ruinas producidas por la guerra; procura esgrimir, dibujando sobre un lienzo, una paloma blanca, para simbolizar con este ave, la paz. Esboza la paloma sobre la tela, en el intento vano de devolverle al río nauseabundo la imagen de río puro y limpio. El impredecible estilo de Toto Protagoras hace que la Paloma sea para su film, un deber civil, redentor de desgracias, ante los desmedros generados por las armas, pero que no cambian al río. Las palomas también mueren. La voluntad de creer que se vuela, no. A Emmanuel Kantinflas, en la pelicula, se lo lleva el espanto nauseabundo del río.
En este ultimo estandarte del “tragaluz del infinito” la realidad tiene un río de caudales disímiles, para devenir en suelos secos, sin agua; de donde el liquido podrá brotar nuevamente y ser puro. No diré más nada, tenes que verla”
Don Bertold se retiro y, como de costumbre, me dejo pensando, inquieto; movedizo.
Entumecido, después, pude exhalar. Moví mi brazo derecho y me dije:

“Esta es una sinopsis extraña, una crítica sin precedentes en la manera de enunciar. Así no se conocen las criticas sobre cine, no son así; mucha prosa, mucha metáfora”
Ahora sigo inquieto, leo alguna revista sobre cine, busco pasando en sus hojas de industria “La doxa veraz” Cine en donde se proyecta esta película “El río de las mil caras” según Don Bertold. No encuentro un cine con este nombre, tampoco un film llamado el “El río de las mil caras”
Don Bertold ya se fue. No se que me quiso decir con esto, pero se que volverá. Ahí evadiré mis dudas respecto a este ultimo comentario.

sábado, 12 de junio de 2010

DIAS CON DON BERTOLD

Diariamente, entre diarios, charlas y radios. Junto a don Bertold tratamos de cocinar a fuego justo, los mensajes del vapor, para que una vez sólidos, estos puedan ser incorporados a nuestro anhelado y posiblemente sabroso plato principal: La comunicación.
Todavía, hay hambre…
Tardaremos años… las hornallas refulgen en sus discursos con gas; mientras, don Bertold, masticando migajas y con la panza vacía, acerca a nosotros una rispída sentencia: “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse tendrá que pasar al ataque”
Nos deja pensando… se va. Lo hace diariamente.
Se que vendrán más días, don Bertold sabe de este lugar, volverá.

jueves, 3 de junio de 2010

PERMANECER EN UN LIBRO

Para el autor de este libro es necesario escribir. Lo hace minuciosamente, marcando sus días en una hoja, con su lápiz, formando oraciones con pretensiones significantes, para algun lector, que la da existencia. Se mete a fondo, entre los fondos, jadeando intensamente con fuerza para abrir universos desde sus suelos; se cansa como si corriese largas vueltas a la manzana, por que quiere meter su animado cuerpo entre esos universos, los espacios blancos de la hoja. A pesar de exponerse ante situaciones extracotidianas, lo realiza con gusto, el autor quiere ser leído, esta preparado para cualquier embestida propia del oficio que lo hace vivir desde su lugar, desde las vueltas de su página.

Generalmente antes de llenar el espacio en blanco, este escritor piensa constantemente en un titulo, siempre hace esto, de otra manera no comienza su escrito. Cada obra nueva, es para el, un desafió de permanecer en el mundo, un pasaje a la inmortalidad. Quiere siempre, ser tinte para una historia nueva, pero su lírica, sus universos ya encontrados entre los espacios llanos, no golpean la cosmogonía de la hoja en blanco, por no salir de sus entrañas aquel común titulo que lo hace correr, girar, rotar alrededor de estrellas.

Este autor ahora no puede pensar en el titulo, por que el titulo se ha decodificado en un mundo; delimita algo, entonces se mantiene distante de hacer un manuscrito a diestra y pasión. Es como que algo ha cambiado, el percibe varios mundos confluyendo en uno. La inmortalidad se tiene que ver en varios mundos, esta, no esta demarcada
“Mi intención no es escribir para uno, para uno parado en un mundo” Dice el autor. Este es su principal desafió.
Comienza a escribir “¿El titulo?” Se pregunta.
“No hay un titulo, algo general, algo que marque, que diga y que pueda resumir” Responde a solas, para el, para ellos, los posibles lectores

“Le pondré el titulo que mejor le quede a mi argumento, en fin, que este se vea en la historia con movimiento y que sea un mero hecho esporádico con la presentación del contenido, el contenido seré yo. Voy a trashumar por los segundos de varios mundos” Vuelve a decirnos

“¿Qué soy yo?” –Se pregunta-
“Soy alguien que flota, que camina, que corre, que vive las contingencias en un nudo atado por personas. Soy alguien que se tropieza. Soy algo que muto, si muto, pero mi intención ahora no será la de mutar, si no que a través de escaparates de avenida larga, con olor a sueños, muten ustedes, por que yo ya he mutado”

Antes de invocar la primer letra, reinventa cada día una nueva forma de escritura, por que también su realidad circundante se reinventa y se le paga con fiel inmanencia a sus versos, poesías y cuentos. Para este autor la escritura es fluctuante.

“Quiero escribir un cuento que no tenga desenlace”

Dice este autor que quiere escribir un cuento. Eso es lo que hizo siempre; escribir cuentos en los cuales su impronta era la de darle humanidad a seres inanimados o también, cuento con formas de adivinanzas, en donde el titulo se leyera al final a fin de unirse con el argumento. Todos estos cuentos, para el, tienen un desenlace, pero su futuro logro escrito no radica en un desenlace, el desenlace es finito, el desenlace, en este momento, para este autor, es como el planeta con sus meridianos, trópicos y una vista al horizonte en donde todo concluye, termina; quiero decir que es conmensurable, que se puede medir. La literatura, para este autor, en este preciso instante, no es matemática.



Antes de este relato, en donde yo hablo sobre el y sobre su nuevo designio; todo era diferente. Este autor al realizar sus escritos, encontraba como conflicto el titulo ¿Para donde iría el escrito con tal titulo? ¿Quién lo entendería? Ahora el, pretende que se vea el conflicto en el desenlace. Algo extraño ¿No? Quiere que la historia siga fecundándose en los discursos intramundanos de algún lector. Quiere que su literatura sea un basamento de aire.



A el, ahora, lo trae la necesidad de permanecer escrito. Quiere permanecer leído, para pervivir por siempre entre las páginas de su futuro libro, con el fin de que algún lector, mientras lo ve, ahí, exhale profundamente para que junto a sus sentidos pueda caminar por todas sus geografías escritas.

El escritor, del que hablo, posiblemente exista bajo la inmortalidad de sus múltiples géneros literarios. Vive y nos cuenta sus prolíficas existencias desde la página uno a la setenta y seis de su libro, en mil divididas estrofas, amigas de la metáfora. Camina desde la pagina veintiuno a la cuarenta-cinco entre sonetos; y a partir de la pagina 46, entre un narrar continuo, se sienta con aquel que lo lee, para un relato.

Nadie más lo vio a este autor. Una persona amiga nos comento hace poco que lo ultimo que dijo fue: “Si quieren saber sobre mi vida, ahí estoy, entre esas paginas, interactuando con aquellos posibles mundos en los que permanezco, tratando de llevar un hilo infinito presentado en manuscritos a través de un fondo blanco” Ahora “Permanece en un libro” Varios lo dicen. Otros afirman que fue su ultimo relato para alejarse de su frustrada literatura y de que hoy vive en Gral Roca recolectando manzanas, y que por cada manzana que el sustrae del suelo, hace un ideograma para reescribirlo en futuras letras de algún lector.
Por más que se vacile, se opine y se diga, no se sabe realmente de esta persona. Solo, por ahora, se ve detrás de alguna vidriera, delimitada vidriera, un libro con su nombre, un libro que tiene 76 realidades, 76 mundos por los cuales pasear.