Un sol tenue lamenta su prohibido refulgir, en horas de vergüenza; disipa su forma en la tarde, genuflexando sus rodillas ante el cambio horario global, perdiendo su actitud ante la impavidez aniñada de la imponente luna, para alumbrarla con su miedo
Ya vira la comarca de aquel fin, hay más de uno, en cuadrados timones de barcos a ruedas
El incierto desprecio por las salidas anodinas, ven la tarde
El apoyo del salto masivo de la nada, se transfigura en forma de escaparates
Los axiomas, todavía, no han llegado; se venden a precio descarado, sin escrúpulos
Se maquillan las tertulias con los sacos de te, el pocillo no sabe dulce
Se pronuncian las ventanas, enojadas, contra el marco de sus vidas
Se averguenzan las promesas por no ser cumplidas
Rojas y con escalofríos pierden su temple, al no ver fraguas en incandescentes cometas
Se invitan, no tienen tarjetas, pero si gramaje de descaro
Y no brillan por pulidos parciales, con ciertos parciales que de un lado dicen…
Se agotan las piernas en harenes de fatiga, solitarias, masculinas
Retrucan a la carta abnegada, aun no escrita, pero posible carta manuscrita en simbolos
Pronuncian poner propagandas con propuestas de alto presupuesto, proposición
Las voces faltan, no hay lenguas; citas académicas de un nuevo lenguaje gutural; sabias palabras aquellas que no entendemos, que suenan guturales, pero que son palabras del esfuerzo
Se avergüenzan por no tener escrúpulos, por decir, armar, fundir y encadenar mundos accidentados en sintaxis por la mala praxis de la vergüenza al verbo, sujeto a la acción
¡Contradicción!
¡Nos avergonzamos por no tener escrupulos! Bella manera de no ver un mundo
Me detuve ante el escrúpulo. Sonrojado dire otras cosas…