viernes, 24 de junio de 2011

Eclecticomanos

Llegan ahí,  inventos y expertos al pasar una puerta de madera. Subiendo y pisando escalones de humo. Juntos están. Entran a un cuarto y  un winco , hace girar épocas en un disco de pasta; con posibles…suena jazz y oyen jazz , se atrapan entre sus melodías  , se desvían  y se sientan sobre unas sillas de madera con respaldos rectos. Levantan sus cabezas; cruzan sus piernas y  de frente,  en la pared… grafittis, historias, cuentos e intentos de colores alojados que, indelebles reposan, y a su lado, hibridas naranjas con perfumes de clips plateados, afirmando su extravagancia sobre cajones de manzanas, llevando de sus ombligos muchos hilos de los que penden ilusiones en sacos de te, que inertes, quieren habitar los momentos heterodoxos dando oraciones de su papel para los que leen el cuarto. Y es ahí, después de haber leído, cuando se van.
Cruzan el umbral de una puerta vieja, cambian de marco y recorren, dejándose llevar por pruebas de voces a un micrófono, un patio colonial visitado por una difusa luz roja. Se detienen ante un dj con cara de música, se paran y una señorita, por detrás de ellos, exclama “Ya esta por tocar Caro”.
Una habitación amplia, aloja gente sobre su suelo de madera antigua; unos amplificadores conectados a dos guitarras ansiosas protagonizan y se mimetizan con los pisotones de ellos para el encuentro.  Saben poder acomodarse, acostarse y aunarse  entre los acordes que juntos y verticales, perforan la profundidad del minuto cero mientras se rozan con el resto. La última estrofa de la canción final y las voces impostadas de quienes cantan, se encuentran con aplausos  impulsados por querer escucharse aplaudir.
 El suelo de madera, las naranjas que atan los sacos de te, los cajones de manzana, los vibratos de las baritonas voces  y ellos, se encuentran en perfecta armonía hacia un final previsible.
Salen por la misma puerta de madera por la que habían entrado; recuerdan que a ese lugar habían llegado por que ambos se habían llevado.

Guardados por no haber cantado, se animan en la calle, al estribillo de “There is a light that never goes out”de The Simths Sus luminosas voces connotan las vivencias y romances dados por los encuentros entre las sincronías, energías y dicotomías. Ese conflicto los lleva a extinguirse… a existirse, vivirse.



2 comentarios:

  1. Una vez me dedicaron esa cancion...The smiths, la escucho desde las palabras.

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  2. Eso paso!

    La canción, desde mi intención, tiene que ver con todo el relato.

    Un beso!

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arbolengo