Relato sobre el recital de Pearl Jam por un narrador omnisciente
Intempestivamente se los cruzo la tarde del viernes once de noviembre, en una diagonal, antes de que uno de ellos se le acercara y le dijera “Anda al Único, algo vas a poder contar cuando nuestra jalea sonora, tu jalea sonora, o como quieras llamarla, nos empegote a todos después de haberse disparado algún primer acorde , grito o en fin… algún sonido de estepa envuelta y mojada en aguardiente”
Poco supo de qué hablaban, pero con Eduardo y el resto de sus compañeros bebió un vino, escucharon Green River y al final, habiéndose estrechado la mano con cada uno, ellos, marcharon.
Camino unas cuadras la noche; sintió… vio disparar su sombra como queriendo correr un taxi; quería el, tomar un taxi, pero su sombra no llevaba el bolso y las ansias de descubrir eso que habían dicho los muchachos, los que de repente y de imprevisto, se habían cruzado con el, entre las simetrías dadas por una ciudad repleta de espíritu joven o adolescente.
Oyó proveniente de las calles conformes, un auto que pasaba detrás de otro taxi, vociferaban desde un viejo rambler algo como “Pearlll, vamos pearll jam, vamos pearl jam” Y de repente… se sintió vivo, por que le recordó que el sonido de la palabra “Jam” de jalea o mermelada tiene consonancia y ritmo con el anglicismo “Grunge”.
Vislumbro detrás de aquellos gritos, los provenientes del rambler; guitarras quejosas y perfumadas de escoria; voces estériles, primitivas y aquel movimiento de Seattle, el grunge. Se inmortalizó.
Sus sonidos lo dejaron parado en un pasado con pretensiones de infinitud y, en lo under; encadenándolo desde abajo a noches simples, vagabundas, solteras…Desposeídas de querer andarse o intentarse juntos y entendiendo, tal vez, un concepto sobre "grunge".
Antes de ir a ese único se propuso seguir “Singles” pero desde la cinta de Cameron Crowe.
No quiso que todo estuviese teñido de negro y vivió con “Alive” cantando junto a su reproductor , mientras camino las calles que le quedaban para llegar a lo de Pozarli.
El Domingo, el reloj natural le dijo “Che levántate. Tenes que ir a ver a los Jaleas de peyote” Fue al baño, tomo corega y mientras el buche color verde bajaba y subía de su boca como queriendo quebrar la ley de Newton; oyo algo, escucho física.
Intempestivamente se los cruzo la tarde del viernes once de noviembre, en una diagonal, antes de que uno de ellos se le acercara y le dijera “Anda al Único, algo vas a poder contar cuando nuestra jalea sonora, tu jalea sonora, o como quieras llamarla, nos empegote a todos después de haberse disparado algún primer acorde , grito o en fin… algún sonido de estepa envuelta y mojada en aguardiente”
Poco supo de qué hablaban, pero con Eduardo y el resto de sus compañeros bebió un vino, escucharon Green River y al final, habiéndose estrechado la mano con cada uno, ellos, marcharon.
Camino unas cuadras la noche; sintió… vio disparar su sombra como queriendo correr un taxi; quería el, tomar un taxi, pero su sombra no llevaba el bolso y las ansias de descubrir eso que habían dicho los muchachos, los que de repente y de imprevisto, se habían cruzado con el, entre las simetrías dadas por una ciudad repleta de espíritu joven o adolescente.
Oyó proveniente de las calles conformes, un auto que pasaba detrás de otro taxi, vociferaban desde un viejo rambler algo como “Pearlll, vamos pearll jam, vamos pearl jam” Y de repente… se sintió vivo, por que le recordó que el sonido de la palabra “Jam” de jalea o mermelada tiene consonancia y ritmo con el anglicismo “Grunge”.
Vislumbro detrás de aquellos gritos, los provenientes del rambler; guitarras quejosas y perfumadas de escoria; voces estériles, primitivas y aquel movimiento de Seattle, el grunge. Se inmortalizó.
Sus sonidos lo dejaron parado en un pasado con pretensiones de infinitud y, en lo under; encadenándolo desde abajo a noches simples, vagabundas, solteras…Desposeídas de querer andarse o intentarse juntos y entendiendo, tal vez, un concepto sobre "grunge".
Antes de ir a ese único se propuso seguir “Singles” pero desde la cinta de Cameron Crowe.
No quiso que todo estuviese teñido de negro y vivió con “Alive” cantando junto a su reproductor , mientras camino las calles que le quedaban para llegar a lo de Pozarli.
El Domingo, el reloj natural le dijo “Che levántate. Tenes que ir a ver a los Jaleas de peyote” Fue al baño, tomo corega y mientras el buche color verde bajaba y subía de su boca como queriendo quebrar la ley de Newton; oyo algo, escucho física.
Una guitarra sonaba; Pozarli era quien entre notas fabricaba el acorde. Corrió hasta su habitación, lo miro. Pozarli dio vuelta la de seis y con sus dientes revivió el espíritu de nevermaind “No Pozarli" dijo " He quedado desfasado en el tiempo por perderme y encerrarme en el condominio de la soltería ¿Y vos ahora me venís con On a plain?” Pozarli bajo su guitarra, se levanto de la silla y el muchacho se sentó para comentarle que en seis horas tocaría Pearl Jam. Pozarli adhirió a lo dicho por su amigo, preguntando “¿Por qué te crees que hice On a plain”?.
El muchacho no respondió nada.
Mientras esperaba al resto de las demás personas para ir al recital junto a Pozarli, algo retorno a su cabeza, algo que le había sugerido su otro amigo No Retornable rock. De repente pudo abstraerse y sumergirse en el bajo de Mike Star, ese bajo único que suena gravemente marcando lo que será el grito de un iniciatico “Would?” Claro oyó a layne y a su infinita voz. Los arreglos de Cantrell le dieron más fuerza y viajo hasta Mad season, con Lanegan de Screeming Trees, para hacer girar above y su “Long gone day” de matices, más bluseros.
Mientras esperaba al resto de las demás personas para ir al recital junto a Pozarli, algo retorno a su cabeza, algo que le había sugerido su otro amigo No Retornable rock. De repente pudo abstraerse y sumergirse en el bajo de Mike Star, ese bajo único que suena gravemente marcando lo que será el grito de un iniciatico “Would?” Claro oyó a layne y a su infinita voz. Los arreglos de Cantrell le dieron más fuerza y viajo hasta Mad season, con Lanegan de Screeming Trees, para hacer girar above y su “Long gone day” de matices, más bluseros.
Dejo correr la reproducción digitaloide y junto a Pozarli, mientras hablaban de la noche anterior, oyeron el timbre apretado por sus amig@s. Ahí estaban. Pozarli había hecho pasar a cada uno.
Ya dentro de la casa; Polso probaba sus anteojos mientras bebía una birra y saltaba, el zurdo estaba como duro y calmo, pitaba; Remon la remaba junto a su hermano entre whiskys y charlas sobre algo casi loable. Paula y Facu, comían y tomaban te de todo. Cada uno hacia... preparaba su ritual para ver a los jalea. Mientras tanto Pozarli junto a otro que ya estaba, Eliseo, musicalizaban y hacían artes marciales mexicanas como para sublimar el día desértico, caluroso y, calmar la ansiedad que puede generarse antes de ir a ver cualquier banda de “Seattle” bandas estampadas de “mentiroso nihilismo radical” bandas que uniendo el Folk, el glam, el rock , el punk y el realismo sucio hacia viajes a la luna beatnik, elevaron a finales de los ochenta, su propio grito y la tempestad de sus guitarras. Erigieron un movimiento, un genero que después de pincharse con cardos de estepa aullaron al gritar“El arte es posible. Con ella y la música, quedaremos”. Mientras tanto, Pozarli junto al resto, pintaban cajas de cigarrillos como buscando el tiempo perdido “¡Camus!” exclamo el pibe que se los habia encontrado “¡Vayamos a ver a los jalea ya, pero ya! Nos quedaremos pegados entre sus acordes, su jalea. Sera un gran recital, me lo dijeron el viernes antes de que un taxi se los llevara”. Todos movieron. Tomaron una diagonal e iniciaron el rito que puede abolir cualquier estructura, cualquier jerarquía, caminar con gente que, compartiendo más vino, buscaban la sinergia que generarían los jalea.
Llegaron al único estadio con la mera idea de que presentándose una banda que se sostuvo en los antros, entiéndase por esta acepción: subsuelos -rock garage o espacios under, el campo no estaría dividido por la vallas , se imaginaron; pero no, no fue así. Hubo, las hubo de material y con personas encargadas para que nadie las saltara. Pero, después de los X ( banda de culto llevada por los Pearl) sucedió que el espíritu de Andrew Wood tomo el estadio para que los jam liberaran a quienes no querian hacer de “Seguridad” masajeándolos y calmandolos con su “Release” Luego ,y con más sonido pegado al cuerpo de esa masa y con los que sabian que el orden ahi no iba; disfrutaron de la mejor y más cruda versión de “Even flow” que se pudo escuchar. Saltaron juntos los suertudos "Vigiladores" y los que habían pagado.
Claro, era como un milagro, eran los jam y la representación de un grito que se llama “muerto” pero de repente y, anunciando por segunda vez el mismo discurso que expreso en ferro , Eduardo les dijo “Lo quiero todos los días... I Believe in Miracles” Y ahí comenzaron a destronar y a hacerles entender que el punk, el Folk., el rock duro o no, los cuelgues de Mccready extendiéndose tipo Page en “No quarter “ versión larga BBC, el grito eduardistico y los armónicos graves de Ament, son carnaval, son goyeneches, jauretches, tanguitos, maradonas, pappos, solaris y bayroletos infinitos. Son arena y pasión. Son como decir una vez más y habiendo levitado sobre las vallas “No quiero ser tu novio, solo quiero volver a conocerte”
De todas maneras, el muchacho se olvido del tiempo y disfruto los temas sintiéndose letalmente acompañado. Creyendo en verdades sobre ese sonido y no ya, en la reproducción de mentiras mál impresas. "No es mentira, el grunge no ha muerto" grito el pibe con poca suerte para los taxis.
Esas obsoletas vallas que propendían abolir un movimiento popular, solteras quedaron... no cantaron, ni saltaron.
El muchacho que se había encontrado con la banda, salio caminando del estadio, no quería taxis . Camino y de repente un ford K color negro estaciono a su lado. En su interior ,una chica. Ella pregunto “¿Flaco, te llevo?”. El muchacho le dijo “Mira que estoy rockeado” “No importa” replico ella "Como dijo el abuelo grunge, el abuelo Neil y hoy ,los jam -Rockin 'In The Free World- Vamo no ma"
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arbolengo