Sobre verdes platos surgen los antagonismos por el problema de la pimienta.
La sal pretende estimular con su valor las caras opacas de cualquier comensal, se alejan, corriendo por debajo de la mesa; de los puerros, muy calientes protegen sus lagrimales tapándose con los dedos el vértice que musita sobre sus narices, y de un chef delincuente, también escapan… ladrón de hornallas que con agallas, fuego roba, en el tiempo en el que el gas discurre por el tubo digestivo de la ulcera ideal
No se podrá dejar de lado la cantidad de rollos de cocina que, sin pudores limpian muecas, borran aquello de lo que se gusto, lo que fue un resabio con dejo a sabio
Recuerdo un eres, detrás de tu gorro remilgado, ávido de asepsia cuando entrando con meticulosa irrupción no quisiste ser hueso, sentir hueso…
Buscando perros para jugarte, para pasearte, sobre la costumbre del tirón elástico
Prefigurando un drama desde lo indisoluble
Entre el ocio y la costumbre
Hubiese
Largado
Profundo
A lo hondo
Y del lado
La respuesta
Los perros estaban fuera, esperando el banquete sobre una mesa
Entre el cordón y su acera
Los autos pasaban detrás de la pregunta aquella
Del extraño dibujo
Etérea
Palabra
Un gusto, pase ¿Ahora como se siente?
“De la misma manera, tal vez un poco decantado, tamizado, medio liquido, pero pasé”
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arbolengo