Tiene enredado los pelos en una entelequia burlesca… demasiado burlesca. Verde, profusa de cronopios separados de los márgenes. Alberga sus piernas en la necesidad del descanso. Se mete en las vecindades del onirismo bajando sus parpados. El líquido sueño se presenta a un par de metros. Desdibuja su distancia anclándola a su sombra. El plano inconsciente esta claro, demasiado, y el sol corrompe el itinerario ofreciendo distancias hacia el. El punto de partida en el que sabía estar resurge y se construye nuevamente entre las cosas que tenía para decir. Las formas y las figuras fónicas tropiezan junto a su narcolepsia, apnea, sinapsis, disfemia. Su lengua se traba. Enmarañada de impulsos, se agita y puede deshacerse del tiempo, del espacio. El desasosiego de no poder hablar lo traslada, aún ahí… intacto, inmóvil, perenne y sinéstesico, sobre los turnos de una inmediatez que, en su afán de existir, desdeña las estructuras estridentes del sonido nacientes de la languidez ordenada. La vigilia lo envuelve, lo zamarrea con beligerante frenesí, lo respira, lo gira, lo despierta.
miércoles, 25 de mayo de 2011
lunes, 2 de mayo de 2011
SIMPLES DIBUJOS
Habiendo encajonado las prenociones en el vetusto cajón de la incertidumbre, se propuso atrasar, detenerse en el golpe permanente, en la furia temprana, en un sistema presente. Acomodo todo infierno, pagó y se indujo en la quietud de la inercia. Repudio aquella noción de inmovilidad. Inquieto estaba el que había tenido tal seguridad de guardar alguna idea en el cajón. Fue nuevamente, como bailando y riendo, hacia atrás. Vio lemas, coronas, refranes. Se sometió a un nuevo artilugio, en busca de formas. Corrió la cortina, pasó las manos sobre la nimiedad transparente del vidrio. Se quedó, exhaló y mancho la superficie al preguntar- ¿Que hago?- calló y vio la sobriedad de su aliento. Jugó. Ahora, dicen algunos, escribe su pasado sobre la ventana.
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