jueves, 22 de septiembre de 2011

Desde la granja. La historia del Pijo

He aqui un regalo, una hiperbole, un relato. La persona que sienta herida susceptibilidad alguna, que se joda

Paren un poquito de mirarme, por favor. Hola, soy el Pijo escribiendo desde la Granja. Espero que este mensaje llegue a alguien que pueda ayudarme, porque mi situación es desesperante. Esta granja es cualquiera, se supone que viajamos alrededor del mundo con el mejor confort y que cuenta con la vanguardia científica para ayudar a adolescentes con problemas. Bueno, les puedo asegurar que no es así, y me di cuenta hace una par de días, cuando decidí dejar de tomar las veintisiete pastillas diarias que nos dan. Así pude enterarme por ejemplo, que el Flaco Patineta falleció a causa del disparo que le propinó el propio Director de la granja.
Yo no tengo la culpa de ser así, me entendés? Estoy rodeado de infradotados con los que resulta imposible interactuar. El irlandés no me deja dejar dormir, se pasa toda la noche ensayando los golpes que le va a dar a un tal Ryan, o se mata a pajas con fotos de su madre. hace unos días me hartó y le rompí la nariz de un codazo. Yo estaba totalmente dormido y de repente siento que me están lamiendo la cara, y era este infelíz. Le di con todo el codo, y mientras se limpiaba la sangre se reía y me decía: "quería saber qué gusto tiene la pija". Si pudiera volver a nacer, no lo haría.
La primera vez que me chuparon la cara tenía doce años. Fui al cumpleaños de un primo segundo, y como siempre pasaba en las reuniones familiares, me encerraron en un baño de servicio con una bolsita de puflitos y una Pepsi de litro y medio. Ahí estaba yo esperando que alguien me alcanzara un globo o algo, cuando entró una tía que no veía nunca porque vivía en el interior. Era una mujer grande, de unos cuarenta años, muy hermosa, con un cuerpo igual de lindo al que tenían mis primitas. Un pelo rubio larguísimo y ondulado, y un par de tetas que yo nunca podré olvidar. Ese día llevaba puesto un pantalón blanco ajustadísimo y una camisa negra abierta hasta el tercer botón. La cuestión es que no se si le di lástima o qué, pero cuando me vio ahí sentadito, apagó la luz, trabó la puerta y me empezó a chupar suavemente toda la cara. Así durante diez minutos, hasta que me hundió las uñas en la cabeza y explotó en un grito contenido. Se levantó toda transpirada y cuando se iba se pudo un dedo vertical sobre los labios cerrados. Esa fue mi primera vez.
Bueno, los dejo porque nos están llevando al taller de costura, tenemos que terminar un pedido para Vitamina.




Autor: El seor

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