Prosa de autoayuda escrita por Rolando Abulia.
Sin hielos por favor
Alcohol
Yermo, caliente
Yermo, caliente
Jarros de silencios y bocanadas de humo
Desdibujando el caminar bourbonesco
Esperando el páramo en la oda y el grito
Tamizando su maíz, matriz
Desperdigando y sufriendo su origen
Alcohol
Que desgarra, pero contempla la garganta
Cuando el vino sirve uvas
Sobre parras sombrías
Disminuyendo la tarde
Dando un minúsculo sol, mediante el sorbo seco del yejo
Apurando la llegada de la noche
En el perpetuo llanto de guitarras noctámbulas ante errantes pasajeros
Alcohol
En lo clemente y en el vaso hosco
Desde el gas y con la burbuja hacia arriba
En el fondo borrascoso y poluto
En lo infernal y en el trago largo
Alcohol
De gorra y barba
De gorra y barba
Etanol de lágrima
De inframundos
Ciñendo
Cortando los pies del cuerpo infinito
Alcohol
Crudeza armada por partículas estandar
Anhelando sobre la barra las formas para poder olvidar
Observando supino al ánimo sediento
Alcohol…
Infarto de la risa
Cirrosis del alma
Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.
Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse!”
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,
¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.
Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse!”
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,
¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.
Debe ser lo mejor de boudelaire, jajajaja... LA conocía, ES muy convincente, aunque la de usted amigo es mas romantica, describe un momento plano de placer... Así lo sentí, como cuando dejas caer hacia tras el vino desde la copa y entra por la comisura ese trago medidamente racionado, ese trago fresco tan tibio, donde se mesclar el aroma del alcohol con la uva madura tinta de Dionisio. Exhalando un respirar eternamente aromático, caliente, vaporizador del trago regular. Inhalando luego en retroceso, y observando que nadie yace a tu alrededor, esa noche donde eres tu y ese liquido de aroma a vidrios infinitos purpura en la copa. Uno, el vino y tus pensamientos. Esa es la noche mas propia, el respirar mas sincero, mas existencialista, mas religioso y nihilista, en compañía siempre de una soledad.
ResponderEliminarUffff!!
ResponderEliminarNo se entendió lo de Abulia. No creo que sea Romántico.
Lo suyo y lo del vino, si lo es.
A arbolengo también le gusta más esa, las ebrias flores del mál.