sábado, 25 de abril de 2009

LA FUGA DE UN COLOR

En el costado gris de una aldea flaca hay saberes paganos, voces que enuncian silabas desconocidas.
En el costado gris, de esa flaca aldea, hay rumbos y sonidos en silencio, capaces de aturdir, hasta al más hipoacusico rumiante.
En el costado gris de esa flaca aldea, hay sobrepesos desmesurados, de fuegos misteriosos, sin llamas. Hay ojos y ojeras.
En el costado gris de esa flaca aldea, tremendos abrazos se fugan entre personas que necesitan de tremendos abrazos.
En el costado gris de esa flaca aldea, hay crayones en formas de manos, pintando a cada cara, a cada niño, que crece ahí, pintando.
En el costado gris de esa flaca aldea hay temores, razones… temores; y un instituto.
En el costado gris de esa flaca aldea, hay maestros que absuelven la enseñanza por perdida de sus punteros.
En el costado gris de esa flaca aldea, hay transito, mucho transito; sonidos, bocinas, mas transito… mas temores, mas gente- igual miedos- hay próceres venerables, labriegos, perdidas, ganancias; esmeros y lamentos, huesos, sesos…
En el costado gris de esa: flaca, decrepita, tirifila e impertinente aldea, hay un color, que sale, se fuga, que vio pasar más colores, varios tonos, entre visitas solares.
En el costado… de esa flaca aldea, el gris, se canso de ser gris.

LEONARDO BALDO

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